El miércoles pasado, durante una edición del programa Tendencias, el especialista en antropología física y forense Danny Humpire Molina puso en tela de juicio la versión oficial sobre la muerte de José Miguel Castro, exgerente municipal de Lima, colaborador eficaz en los casos vinculados a Susana Villarán.
Humpire, señalado en el pasado por presunto hostigamiento cuando fue gerente de la Oficina de Peritajes del Ministerio Público, señaló que los informes presentados hasta ahora presentan incongruencias que no se explican bien si se tratara de un suicidio.
Según la Policía Nacional del Perú (PNP) el informe de la División de Investigación de Homicidios (DIRINCRI) concluye que la muerte fue suicidio por arma blanca, descartando participación de terceros al no hallar signos de lucha ni ingreso forzado.
El cuerpo fue encontrado el 29 de junio de 2025 en el baño de su departamento en Miraflores, y la necropsia psicológica retrospectiva indica que Castro atravesaba una crisis emocional debido a procesos judiciales.
Pero los peritajes forenses contradicen varios elementos del relato inicial. Humpire y el criminólogo Miguel Pérez Arroyo advierten que el corte que le causó la muerte mide 27 centímetros de largo, 5 de ancho y 4,5 de profundidad, lo cual sería “prácticamente imposible” como auto-lesión, dada su magnitud.
También se encontró que había dos cuchillos con manchas de sangre, uno de cocina y otro con mango negro, ambos en la escena junto al cuerpo.
Humpire dijo algo que resuena fuerte:
“Sería improbable que este corte sea compatible con un suicidio y la aparición de dos armas blancas, ¿cómo se explicaría que el supuesto suicida utilice dos cuchillos que están con manchas con sangre? Eso llama muchísimo la atención.” También añadió —sobre los métodos forenses— que muchas veces se concentra solo en “ver el corte nada más, y no le dan la interpretación correcta”, lo que conduce a resultados que no encajan.
Otro dato que pone más sombras: aunque se descartaron signos de lucha, ingreso forzado u otros indicios criminales, se reportó que la chapa de la puerta del baño estaba posiblemente manipulada. También se encontró que los dos cuchillos estaban manchados de sangre y depositados en la escena.
Este contraste entre los informes oficiales y los peritajes independientes hace que la hipótesis de homicidio cobre fuerza. No se trata solo de cifras del corte o tamaño del arma, sino de la lógica probatoria: los cortes muy largos, la presencia de armas múltiples, todo eso obliga a plantearse si el suicidio es la conclusión más plausible.
Al cierre de la entrevista, Humpire calificó el hecho como “una muerte atípica”, sugiriendo precisamente que algo no cuadra. Y aunque la División de Homicidios de la PNP y el informe policial mantienen que “la única hipótesis congruente con las evidencias es la de suicidio por arma blanca”, expertos forenses sostienen lo contrario.
Mientras Fiscalía avanza con las diligencias preliminares y el Ministerio Público investiga si corresponde tipificar el caso como homicidio o suicidio, la muerte de José Miguel Castro sigue rodeada de dudas e inconsistencias.






