En una reciente emisión de Bethel TV Noticias, el conductor, y ex trabajador de la Municipalidad de Lima, Juan Diego Berna dedicó su programa a deslizar un mensaje que, lejos de promover la reflexión democrática que afirma fomentar, buscó fijar una frontera ideológica dentro de la comunidad cristiana: quienes no votan por la derecha no serían verdaderos creyentes. No se trata ya de una defensa general de la derecha como proyecto político, sino de algo mucho más preocupante: deslizar la idea de que solo la «derecha» e indirectamente Renovación Popular representan auténticamente los valores del cristianismo, mientras que los demás partidos deben ser rechazados por la comunidad cristiana.
Lo alarmante no es la preferencia personal del conductor. Toda postura política es legítima en cualquier ciudadano. Lo grave es convertir esta preferencia en un supuesto mandato religioso e insinuar que la fe cristiana determina un único voto válido. Como hemos explicado en otras entradas, este tipo de discurso convierte la preferencia electoral en una prueba de fe y coloca a los creyentes bajo una falsa dicotomía: o votan por como se les indica, o dejan de ser considerados “cristianos verdaderos”.
Descalificación de la Competencia: La Guerra contra Avanza País
Mientras que Berna insiste en que ningún cristiano puede apoyar políticas progresistas, sus críticas no se dirigieron exclusivamente a la izquierda peruana; por el contrario, uno de sus blancos principales fue otro partido claramente ubicado en la derecha peruana: Avanza País. El simple hecho de mostrar su disconformidad con este partido, mientras celebra las decisiones de Renovación Popular, deja entrever que el debate no es ideológico (izquierda vs. derecha), sino un intento por establecer un monopolio moral y espiritual sobre el voto cristiano a favor de Renovación Popular.
Para justificar su postura contra Avanza País, Berna decide retroceder a la segunda vuelta electoral de 2021. Allí contrasta la rapidez con la que Rafael López Aliaga se reunió con Keiko Fujimori – acción que, según Berna, constituye un gesto de coherencia cristiana – con la actuación de Hernando de Soto, a quien critica por haberse reunido con Pedro Castillo para expresar sus preocupaciones sobre su proyecto político. Lo interesante es que Avanza País nunca apoyó al expresidente Castillo, pero en el relato del conductor, el solo hecho de reunirse con un candidato del otro bando convierte a De Soto en un político dudoso.
“Lo primero que hizo López Aliaga fue reunirse y demostrar su apoyo a la candidata que tenía más acercamiento a un desarrollo capitalista, que era la señora Keiko Fujimori”
Según Berna, este encuentro demuestra que De Soto es alguien que “se tambalea hacia la izquierda”, pese a su pública y conocida posición conservadora.
“[Hernando de Soto] Demostró lo que es, un centro derechista más inclinado al centro que hacia la derecha, y que, por supuesto, un centro que se tambalea hacia la izquierda. Un centro que quiere decir que es de izquierda, pero para no atemorizar a la derecha, dicen que son de centro derecha. Hay que tener cuidado con aquellos que dijeron soy de derecha, pero ahora dicen soy de centro derecha”
Para el conductor, identificarse como “centro derecha” es equivalente a una traición ideológica a la derecha, y con ello, a los valores cristianos. Bajo esta lógica no hay espacio para matices. Solo existe una derecha “correcta” – la de Renovación Popular – y cualquier variación es presentada como tibieza ideológica o desviación moral.
El conductor incluso llega a imputar a Hernando de Soto la victoria electoral de Pedro Castillo, pese a no ofrecer ningún análisis que respalde semejante afirmación. “Esa elección se definió por contados votos”, afirma, “Una opinión de un economista reconocido habría contado para jalar también votos hacia lo que no se pudo concretar y que terminó finalmente dándole la elección a Pedro Castillo”. El argumento no solo es especulativo, sino que ignora por completo la evidencia pública disponible.
“[Hernando de Soto] recalca que se ha reunido solamente para conversar con él, no para demostrarle su apoyo, pero me pregunto ¿habrá sido una sensata y sabia decisión de Hernando de Soto, haberse reunido con Pedro Castillo en un momento donde las posturas y cada opinión contaba como oro? ¡Claro que no! No fue sensato, no fue sabio, no fue oportuno.
Paradójicamente, mientras Berna intenta demostrar que el gesto de López Aliaga hacia Keiko representa la firmeza cristiana de Renovación Popular, su discurso está plagado de afirmaciones inexactas. En primer lugar, Hernando de Soto sí expresó explícitamente su apoyo a Fujimori. En una entrevista de mayo de 2021 en Sin Medias Tintas, afirmó que votaría por la lideresa de Fuerza Popular porque era “la única manera que le vamos a ganar al marxismo-leninismo” de Perú Libre.
Por el contrario, el propio Rafael López Aliaga declaró en abril de 2021 que coincidía en ciertos puntos con Pedro Castillo, incluso afirmando que no lo veía “tan de izquierda” porque era “provida y profamilia”.
“No lo veo tan de izquierda. Es un tipo que es provida y profamilia, para empezar. Si él llega a ser presidente de la República habrá que ayudarlo, para que saque el país adelante. Yo no le pongo un estigma. Él refleja un sentimiento real del Perú.
Rafael López Aliaga
Si se siguiera la misma lógica con la que Berna evalúa a De Soto, ¿no debería interpretarse esto como un acercamiento o simpatía hacia Castillo? ¿No habría supuesto también un riesgo de que el electorado de Renovación Popular terminara apoyando a Perú Libre?
Frente a la reacción mediática generada por sus declaraciones, López Aliaga negó rápidamente cualquier apoyo al entonces candidato de Perú Libre, afirmando que su propuesta llevaba al país hacia una “dictadura cruel”. Sin embargo, para ese momento los titulares ya estaban circulando.
El monopolio del voto cristiano
Su apoyo a Renovación Popular se vuelve todavía más evidente cuando Berna critica el movimiento ciudadano “Por Estos No” que invita a no sufragar por los partidos políticos tradicionales que han dominado el congreso durante la última década debido a su impopularidad, percepción generalizada de corrupción y falta de eficiencia.
“esta nueva tendencia que quiere salir de botar por rostros nuevos, rostros que no han sido reconocidos anteriormente en la política es un discurso que también viene siendo impulsado por la nueva camada de progresistas”
Todo este discurso muestra un patrón claro: no se trata de orientar a los creyentes a reflexionar sobre sus decisiones políticas, sino de establecer un monopolio religioso de la opción electoral. La idea de que Renovación Popular es el único partido compatible con el cristianismo no solo simplifica la realidad política peruana, sino que busca disciplinar al votante evangélico, recortando su libertad de conciencia.
