El miércoles pasado se publicó el documento titulado Mater Populi fidelis difundido por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, firmado por León XIV. En este se busca responder a consultas y propuestas recibidas en las últimas décadas sobre la devoción mariana y la pertinencia de ciertos títulos marianos, lo cual ha generado diversas polémicas.
Ya que, en el documento rechaza el uso del título de «corredentora» para su papel y aboga por la prudencia al referirse a ella como «mediadora».
El término de “corredentora” comenzó a utilizarse en el siglo XV para expresar la colaboración de María con su hijo en la obra de la redención. Ya que esta no solo dio el “si” en la Anunciación, sino que también acompañó a Jesús de manera única al pie de la cruz, y participó espiritualmente en su sacrificio.
Mientras que, cuando se refieren a la Virgen como “mediadora”, se refieren a la persona que actúa como intermediaria o puente entre partes distanciadas, principalmente entre Dios y los seres humanos.
En la terminología cristiana, redentor es quien redime, quien libera, título que se le atribuye a Jesús. Mediadora, en cambio, sería la intercesora, quien media.
Por lo que se percibe como una degradación en el rol de la Virgen en la obra de la salvación. Sin embargo, en los escritos el difunto Papa Francisco explica el porqué del cambio de nombre hacia la madre de Jesús:
“María jamás quiso para sí tomar algo de su Hijo. Jamás se presentó como co-redentora. No, discípula”. El pontífice también aseguró: “Nuestra Señora no quiso quitarle ningún título a Jesús […]. No pidió para sí misma ser cuasi-redentora o una co-redentora: no. El Redentor es uno solo y este título no se duplica”. Francisco reafirma que “Cristo es el único Redentor: no hay co-redentores con Cristo”.
Por lo que, con este documento las autoridades eclesiales reafirmaron el rol y jerarquía de Jesús dentro de su historia, sin desplazar a la Virgen de la historia, sino que rectificando su papel como intermediaria.









