En los últimos días, el nombre del periodista Francisco de Piérola ha generado controversia en redes sociales y medios de comunicación. Esto se habría generado luego de que la actriz y modelo trans Javiera Arnillas informara mediante redes sociales que había besado al comunicador.
Algo que en primera instancia de Piérola negó, y una vez salieron las pruebas a la luz, afirmó que habría sido bajo los efectos del alcohol y que la actriz le habría tendido una trampa para destruir su reputación.
Desatando una ola de comentarios divididos, pero la reacción más contundente vino de su propio espacio laboral: la Asociación Cultural Bethel, la cual decidió retirar al presentador del programa Tendencias, señalando que fue una decisión de mutuo acuerdo.
https://t.co/HnvqYDLk5e pic.twitter.com/nzgQwUqOAP
— Francisco de Pierola (@panch_pe) April 3, 2025
Lo llamativo es que el medio habría permitido durante mucho tiempo que el periodista emitiera constantes comentarios vulgares a sus «enemigos políticos» con carga homofóbica, discriminatoria, los cuales nunca motivaron una sanción pública ni corrección pastoral por parte del medio. Esto recién ocurrió cuando el contenido del escándalo fue incompatible con la imagen institucional.
La República solo sirve para recoger caca de perro. https://t.co/4l2dB8TSfT
— Francisco de Pierola (@panch_pe) July 3, 2025
Recordemos que el grupo Bethel, es un conglomerado de medios de comunicación pertenecientes al Movimiento Misionero Mundial (MMM), orden religiosa basada en las doctrinas pentecostales y las Sagradas Escrituras, enfatizando la importancia de la experiencia personal con Dios y la manifestación de sus dones espirituales.
La Biblia no solo enseña el amor universal, sino que lo exige como el centro de la vida cristiana. Ese amor se expresa en respeto, dignidad, empatía y justicia hacia todos, sin importar su raza, género, orientación sexual o historia personal. Predicar otra cosa no es cristianismo, es tradición humana disfrazada.
Entonces, ¿es más pecado besar a una persona trans que humillar desde un medio a toda una comunidad? ¿Se defiende la fe o se reacciona según qué tan viral se vuelve un video?
Si la Iglesia moderna quiere tener voz en el debate social, debe dejar de predicar un Evangelio fragmentado y empezar a practicar uno coherente. Uno donde la gracia no se administre por escándalo, sino por convicción. Donde el amor no sea solo un sermón, sino una postura ética firme.