El pastor y excongresista Julio Pablo Rosas Huaranga, recordado por ser uno de los principales defensores del movimiento Con Mis Hijos No Te Metas, dio un giro que ha dejado en shock a la comunidad evangélica: pasó del púlpito de la moral a convertirse en militante y defensor del partido Podemos Perú, fundado por el cuestionado empresario José Luna Gálvez.
Luna no es un personaje menor. Fundó la Universidad Telesup, suspendida por la SUNEDU en junio de 2019 debido a deficiencias graves en la calidad educativa. Esa sanción convirtió a Telesup en símbolo de la precariedad universitaria y de cómo el negocio y la política pueden manipular un derecho fundamental.
La situación de José Luna Gálvez es aún más grave: la Primera Fiscalía Supraprovincial contra la Criminalidad Organizada lo acusa formalmente de ser presunto cabecilla de la red conocida como “Los Gángsters de la Política”, dedicada a la captura ilegal de entidades electorales y judiciales. El Ministerio Público ha solicitado 22 años y 8 meses de prisión para el líder de Podemos Perú, junto a otros 18 implicados, entre ellos su hijo José Luna Morales. La acusación también alcanza a la Universidad Telesup y al propio partido Podemos Perú, imputándoles delitos de organización criminal, cohecho, tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito.
El Poder Judicial ha programado para el 19 de diciembre de 2025 una audiencia clave dentro del proceso penal que involucra al congresista José Luna Gálvez, a su hijo José Luna Morales y a otros 17 implicados. El caso está vinculado a presuntas irregularidades en la inscripción del partido político Podemos Perú.
Pese a ello, Podemos Perú sigue operando como trinchera política… y ahora cuenta con un pastor que lo respalda.

La incorporación de Rosas al partido, oficializada en el padrón de afiliados el 12 de julio de 2024, revela una verdad incómoda: Podemos Perú sí pudo con el pastor que durante años se presentó como un “proyecto de fe” en el Congreso. La voz que predicaba principios cristianos desde el púlpito hoy se alinea con un partido marcado por la desconfianza pública y la sombra de la corrupción.

El caso se vuelve más complejo al recordar que su hijo, Christian Rosas, pasó de ser vocero del mismo movimiento conservador a convertirse en defensor y negacionista de la minería ilegal, otro tema sensible para la sociedad peruana.


Así, la familia Rosas ha mutado de ser referente moral y evangélico, a convertirse en actores políticos alineados con intereses que poco tienen que ver con el evangelio que alguna vez dijeron representar.
Para los creyentes, el golpe es doble: no solo ven cómo un pastor que encabezó una década de militancia religiosa se convierte en aliado de un político rodeado de polémicas, sino que además deben enfrentar el desconcierto de ver a su hijo defendiendo causas que contradicen el cuidado de la creación y la justicia social.
La instrumentalización de la fe tiene un costo: erosiona la credibilidad, hiere a la comunidad y convierte el evangelio en un recurso al servicio del poder. Podemos Perú ganó un pastor; la iglesia, en cambio, perdió un referente.










