La Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU advirtió que, para fines de septiembre, más 660 mil personas en Gaza enfrentarán el riesgo de hambruna catastrófica.[1]
Este estado de emergencia alimentaria ya ha sido advertido por organismos internacionales de derechos humanos, y se han registrado decenas de muertes por inanición entre la población civil más vulnerable, incluidos niños y personas mayores. “Toda la Franja de Gaza necesita comida. No se habría declarado la hambruna si hubiera habido suficiente comida. Todos necesitan comida” afirmó las Naciones Unidas.
La ONU responsabiliza directamente al bloqueo israelí y las restricciones al ingreso de ayuda como principales causas de esta crisis humanitaria, denunciando que el hambre está siendo utilizado como arma de guerra, lo que configura una violación al derecho internacional humanitario.

Organismos de derechos humanos han advertido en reiteradas ocasiones que la hambruna no es un efecto colateral de la guerra, sino una estrategia deliberada. La comunidad internacional debe actuar con urgencia antes de que una tragedia evitable se convierta en irreversible.
Aunque ayuntamientos internacionales y agencias como la ONU buscan facilitar el acceso humanitario, las operaciones militares continúan en la región, complicando la llegada de ayuda vital. Paralelamente, los Israel continúa bombardeando la ciudad de Gaza, destruyendo lo restante de la infraestructura civil.
A pesar de la «orden de evacuación» emitida por el ejército israelí, muchos fieles cristianos han decidido permanecer en Gaza. El cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, reafirmó desde la Iglesia del Carmen en Pavía —tras haberse pronunciado junto al patriarca ortodoxo Teófilo III el día anterior— que “desplazar poblaciones es inmoral y contrario a las convenciones internacionales”.
El patriarca describió la situación como “muy grave”. La parte sur de la ciudad ha quedado prácticamente destruida y en el norte, donde se ubica la parroquia, el 80 % de las edificaciones está en ruinas. La escasez de alimentos se suma a otros problemas menos visibilizados, como la educación. “Nadie habla de ello”, lamentó, recordando que por tercer año consecutivo los niños no podrán asistir a la escuela. También alertó sobre la falta de medicamentos “sin antibióticos es imposible tratar a los heridos”.
Resulta imprescindible que las comunidades cristianas, especialmente en Occidente, comiencen a nombrar las acciones de Israel por lo que realmente representan: crímenes de guerra. El silencio o neutralidad en el lenguaje empleado ayudan a normalizar esta tragedia que se agudiza cada día. ¿Cómo comprender que un pueblo que históricamente se autodefine como el “Pueblo de Dios” esté hoy vinculado a la muerte de cientos de civiles inocentes? ¿Cómo aceptar que en pleno siglo XXI niños y familias enteras sean víctimas de bombardeos, desplazamientos forzados y hambre deliberada? La responsabilidad moral de los creyentes no se limita a la oración, sino que exige un pronunciamiento claro frente a violaciones tan evidentes del derecho internacional humanitario.
[1] Naciones Unidas. (29 de agosto de 2025). The descent into ‘a massive famine’ in Gaza has begun, relief agencies warn. Naciones Unidas [sitio web]. Recuperado de: https://news.un.org/en/story/2025/08/1165741
Vatican News. (29 de agosto de 2025). ONU: «640 mil personas en Gaza en riesgo de hambruna para finales de año». Vatican News [sitio web]. Recuperado de: https://www.vaticannews.va/es/mundo/news/2025-08/onu-640-mil-personas-en-gaza-en-riesgo-de-hambruna-para-finales.html