Sam Altman, CEO de OpenAI, acaba de encender las alarmas: lo que le cuentes a ChatGPT podría terminar en manos de un juez peruano. Sí, ese mismo bot que te ayuda con tareas, crisis existenciales y hasta con la receta del arroz con pollo, también podría ser llamado a declarar. Y no, no tiene derecho a guardar silencio.
Durante una entrevista en el podcast This Past Weekend, Altman soltó la bomba: “Si hablas sobre tus cosas más sensibles con el chat y luego hay una demanda, podríamos estar obligados a entregar eso”. Traducción criolla: tu confesión sobra la trampa que hiciste en el examen de admisión de San Marcos o los tips que solicitaste para evadir impuestos a la SUNAT podrían ser expuestos.
Y en Perú, la cosa no pinta mejor. No existe una figura legal que proteja tus charlas con la IA como si fueran conversaciones con tu abogado, psicólogo o sacerdote. La Ley N.º 29733 de Protección de Datos Personales exige confidencialidad, pero no convierte a ChatGPT en tu cómplice legal.
La política de privacidad de OpenAI tampoco ayuda mucho: recopila y almacena tus conversaciones para “cumplir con obligaciones legales”. Así que si un juez lo pide, el chatbot no dudará en abrir su archivo digital y mostrar tus secretos más profundos. ¿Te imaginas el juicio? “El acusado pidió instrucciones a ChatGPT para clonar tarjetas del tren de la Línea 1…”
Y no es solo paranoia. Casos como el del asesinato de Victor Collins en EE.UU. ya han demostrado que empresas como Amazon han tenido que entregar grabaciones tras órdenes judiciales. ¿Por qué OpenAI sería diferente?
Altman también advirtió sobre otro fenómeno inquietante: usuarios que ya no toman decisiones sin consultar a la IA.
“ChatGPT me conoce a mí, a mis amigos, hago lo que me diga”, confesó un joven. ¿Dependencia emocional de un algoritmo? Bienvenidos al siglo 21.
Así que mejor piénsalo dos veces antes de convertir a ChatGPT en tu cómplice virtual. Porque en esta era digital, hasta los algoritmos cooperan con la justicia… y la IA no firma pacto de silencio.