Malcolm Durand Flores, militante del partido Somos Perú, arremetió mediante redes sociales contra el ahora presidente José Jerí, afirmando que utilizó la política como mecanismo de ascenso social.
“Él entendía que si un día se acercaba mucho al poder, en algún momento se lo iban a encargar. Ese día llegó, el partido hizo todo lo necesario para que él pueda ser congresista y hoy el partido le ha encargado la misión de archivar las denuncias que todo el Perú le hace a Dina Boluarte, y él lo ha hecho con autoridad, con garbo, con todos sus asesores que son, y entienden la política como él, como un mecanismo de ascenso social”
Estas declaraciones resonaron en las diferentes plataformas, algunos usuarios dijeron que era envidia, otros coincidieron en que Jerí se vendió al poder, y otros afirmaron que las pretensiones políticas siempre están cargadas de intereses e inevitablemente de ascenso social.
Y unos pocos mencionaron que se trataría de la moral que manejan los políticos, que la solidez de sus valores definiría su accionar en el poder.
Durand describe brevemente cómo fue el ascenso al poder y metamorfosis de quien hoy llamamos presidente:
“Él era gordo, bonachón, con recursos económicos muy limitados, se movilizaba a pie […] pero él ya no es gordo, ya no se moviliza a pie, nunca más volverá a ser pobre”.
Afirmación potente e innegablemente cierta, considerando que una vez concluidas sus funciones, según la ley 26519 -promulgada por Alberto Fujimori- los mandatarios tienen derecho a recibir una pensión vitalicia de 15 mil 600 soles, ya sea que su gobierno termine en julio del 2026 o la próxima semana -como en el caso de Manuel Merino- sin importar la extensión del mandato, las acusaciones legales e incluso el estar en prisión.
El problema no es solo Jerí, ni Durand, ni el gobierno de turno: es el molde. Una clase política que se recicla, que se disfraza de salvadora mientras juega con la fe y la paciencia de la gente. Por eso, cuando un político habla de moral, la desconfianza es automática.
Al cierre del vídeo, Durand resumió lo que hasta el día de hoy es el historial político de nuestro país:
“Esa es la necropsia de la miseria que hoy tiene nuestra clase política”.
Un reflejo de ello no son solo los últimos presidentes que hemos tenido, los múltiples gabinetes que han rectificado la impunidad, un legislativo que activamente promueve leyes en favor de la delincuencia mientras el país se desangra, y un Poder Judicial corrupto en donde no encontramos justicia.
No hay mucho que decir sobre la moral de los políticos, tal vez no todos, pero la mayoría fue despojada de ella hace mucho tiempo.
Personalmente no pondría las manos al fuego por ningún político, ni siquiera por este militante de Somos Perú, quien busca distanciarse del ahora ‘acaudalado’ jefe de Estado, considerando que según el portal de Otorongo club, este poseería al menos tres vehículos a su nombre, que juntos alcanzarían la suma nada despreciable de 165 mil soles.
Sin embargo, existe ese dicho: “La verdad, aunque la diga un ladrón, sigue siendo verdad”, y en esta ocasión creo en sus palabras, y no digo que este personaje sea un ladrón, pero no existen las certezas con los políticos.
Considero que pese a la inestabilidad, la inseguridad, la corrupción y demás problemas que nos acontecen, prefiero mantenerme optimista. Tengo la impresión que quizá no conocemos las intenciones de los políticos, pero si la de los jóvenes, aquellos que dan atisbos de consciencia social, de compromiso con su país, con mentes frescas, memoria y no se van a dejar dominar ni atarantar por quienes se supone son servidores públicos.
Sé que no se van a dejar pisotear, ni van a retroceder ante las élites políticas corruptas, espero que sea consistente, coherente y vigilante hasta el final, y no solo con las movilizaciones sociales, sino que también en las urnas de votación.










