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Instrumentalización de la fe

López Aliaga deja la alcaldía: una monjita le pidió asumir «en nombre de la Virgen María»

En el programa El Valor de la Verdad, López Aliaga aseguró que una “monjita” le dio una señal para asumir la presidencia “en nombre de la Virgen María”. Entre la fe, el populismo y la estrategia, su discurso parece más una jugada política que un acto espiritual.

Y… es oficial. El domingo 12 de octubre, después de meses de suspenso y promesas vacías, el líder de Renovación Popular, Rafael López Aliaga, anunció su decisión de renunciar a la alcaldía de Lima Metropolitana para oficializar su candidatura a la presidencia rumbo a las elecciones 2026. La noticia se dio a conocer durante su participación en el programa El Valor de la Verdad, conducido por Beto Ortiz, donde López Aliaga afirmó que una “monjita” le entregó un papelito con el mensaje de “asumir su responsabilidad en nombre de la Santísima Virgen María”.

Según el Reglamento del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), los funcionarios que deseen postular a la presidencia deben renunciar a sus cargos al menos seis meses antes de la fecha de los comicios, lo que encajaría con la intención de López Aliaga de lanzarse como candidato del partido Renovación Popular.

Fe o estrategia: el uso político de la religión

Durante el programa, el alcalde combinó un discurso religioso con un tono político cuidadosamente calculado. Entre risas y declaraciones confusas, utilizó la plataforma para compararse con expresidentes como Pedro Castillo, cuyo gabinete calificó de “basura”, y Dina Boluarte, además de afirmar que “los tres que han estado llevando la pelota son Keiko, Acuña y Cerrón”.

Esta estrategia de desprestigiar a sus adversarios en lugar de presentar un plan de gobierno, cualidades profesionales o motivaciones personales sirve para legitimar su “llamado espiritual” de “salvar al país”. Sus intervenciones también evidencian un intento de reposicionamiento mediático, buscando limpiar su imagen tras múltiples controversias, como la compra irregular de motos para la Policía y sus declaraciones agresivas contra la prensa.

Cada vez que se le cuestionaba por sus declaraciones contradictorias o su cercanía con el exministro Juan José Santiváñez, López Aliaga respondía con efusividad que todo era “falso” y parte de una “mentira de la izquierda”. En esa línea, volvió a atacar a medios como IDL Reporteros y La Encerrona, así como a periodistas como Rosa María Palacios, a quienes calificó de “izquierda mentirosa, asesina y ladrona”.

Sin embargo, la versión de López Aliaga resulta ser contradictoria con los hechos. En noviembre del 2024, el entonces alcalde de Lima afirmó que el ministro Santiváñez “sí nos defiende [a la población], sí da órdenes claras”.

El contexto de esa declaración fue particularmente polémico ya que, en octubre de 2024, Santiváñez anunció la supuesta captura de Iván Quispe Palomino en San Juan de Lurigancho, presentándolo como un alto mando de Sendero Luminoso. La noticia fue desmentida pocos días después, al revelarse que el detenido había cumplido su condena y era colaborador de la justicia. Además, el ministro había incurrido en una falsa afirmación estadística al señalar que el sicariato y la extorsión se habían reducido en un 72 %, cifra que luego, en realidad era, un 7,2 %.

A pesar de negar haber respaldado a Santiváñez, López Aliaga intentó justificar su entonces aprobación: “Es una persona que necesitaba a gritos las motos benditas y otros ministros decían no quiero recibir, pero están matando en lima … he traído 4 mil motos, te doy las que tú quieres (…) Santivañez tuvo la humildad de aceptar las motos, es que hay que ser pragmáticos. Para mí, es una persona en ese momento eficiente en el problema”

Instrumentalización religiosa y el llamado divino

El momento más revelador de la entrevista llegó cuando explicó su decisión de postular a la presidencia como un pedido divino. Ante la sencilla pregunta “¿Vas a renunciar a la alcaldía de Lima?”, López Aliaga comenzó a relatar una historia llena de elementos religiosos, emocionales y hasta fantásticos.

“Mira, lo que he lo ha dado una monjita, me dio un papelito hoy en la mañana, una monjita, es que ha pasado algo en estos días”

Rafael López Aliaga

Frente a estas declaraciones, el anfitrión del programa le cuestionó la importancia y relación entre el personaje de “la monjita” y su respuesta, a lo que Aliaga contestó “para mi tiene mucho”.

Más allá de lo anecdótico, el discurso revela una construcción cuidadosamente calculada de autojustificación y victimización. En una sola repuesta ante la simple pregunta, López Aliaga enlazó múltiples temas inconexos. En primer lugar, volvió a relucir su fallido intento de concretar una reunión privada con el Papa León XIV con la intención de volver a apuntar culpables que deliberadamente buscaban perjudicarlo; en segundo lugar, la búsqueda de una señal divida en la Ciudad del Vaticano mediante recorría las Iglesias; en tercero, el atentado contra su vida (en el que aumenta el número de agresores de uno a tres y las armas usadas al mencionar la existencia de una granada); y finalmente, la intervención de una monjita sin nombre que le habría pedido asumir la presidencia en nombre de “la Santísima Virgen María”.

Esta mezcla de elementos religiosos, personales y emocionales cumple varias funciones: Exculpar su gestión municipal, desviar el eje de la pregunta, dramatizar su salida y revestirla de un manto espiritual que le otorga legitimidad moral. Este llamado divino pareciese ser una estrategia para desviar la atención de las críticas a su gestión municipal, marcada por promesas incumplidas y denuncias por el uso de recursos públicos con fines proselitistas y el uso político de la fe.  

En otras palabras, López Aliaga convierte una decisión política en un acto de fe, apelando a la religiosidad popular como recurso de persuasión y blindaje simbólico frente a críticas. De esta forma, sigue construyendo un liderazgo político religioso dentro del electorado conservador peruano.

En otro momento de la entrevista, López Aliaga también contó que buscó inicialmente otros candidatos, como Roque Benavides o el empresario Ángel Añaños, para que postularan por su partido Renovación Popular, pero que finalmente decidió “asumir el llamado” él mismo.

Es que hay un tema acá también. Ante la ausencia porque yo también tengo que ser claro…ante la ausencia de gente que podría hacerlo mejor que yo, porque muy poca gente del sector privado deja su vida, su zona de confort para dedicarse a la política, que es mi caso. Por eso he decidido yo renunciar

Rafael López Aliaga

En el fondo, la decisión de López Aliaga no solo revela su ambición presidencial, sino el modo en que la religión sigue siendo usada en el Perú como herramienta de legitimación política.

Su declaración marca el inicio de una campaña donde la religión se entrelaza con la ambición política, un sello distintivo de su discurso. Con esta movida, López Aliaga busca capitalizar el voto católico conservador y posicionarse como “el candidato de la moral y la fe”, en contraste con sus rivales de la derecha tradicional y de la izquierda progresista. El anuncio llega en un contexto de desconfianza ciudadana y fragmentación política, donde la apelación a la fe parece funcionar como un blindaje ante la falta de resultados concretos.

En suma, la decisión de López Aliaga de postular a la presidencia del Perú no parece venir del cielo, sino de una lectura muy terrenal del poder.

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