Han pasado más de tres años desde que Rusia lanzó la invasión a gran escala de Ucrania y el conflicto continúa sin un final a la vista.
Ciudades en el este y sur de Ucrania, como Bajmut, Mariúpol y Jersón, han sido reducidas a escombros tras intensos bombardeos. Según la ONU, desde el inicio del conflicto se ha documentado la muerte de más de 13,000 civiles, incluidos 726 niños, aunque se estima que las cifras reales son mucho más altas.[1]
El frente militar se mantiene dinámico. Ucrania resiste gracias al apoyo de armas y asistencia financiera de Occidente, mientras Rusia intensifica sus ataques con drones y misiles de largo alcance. Paralelamente, el conflicto ha endurecido la rivalidad entre Moscú y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), poniendo en cuestión la estabilidad del orden internacional.
Las raíces del conflicto
Para entender el desarrollo de esta guerra, es necesario retroceder al 2014, cuando estalló una crisis política en Ucrania tras la destitución del presidente Víktor Yanukóvich, cercano al Kremlin, en medio de las protestas del Euromaidán. Ese mismo año, Rusia anexionó ilegalmente la península de Crimea y apoyó militarmente a grupos separatistas en la región del Donbás, donde comenzó un conflicto armado que dejó miles de muertos.
Al mismo tiempo, en el plano geopolítico, la creciente cercanía de Ucrania con la Unión Europea y su interés de ingresar a la OTAN se convirtieron en un punto de fricción decisivo. Para el Kremlin, la ampliación de la OTAN hacia el Este constituye una amenaza existencial para su seguridad nacional. Esta postura se fundamenta en un sentimiento de traición que se remonta al final de la Guerra Fría, cuando George W. Bush le prometió a Mijaíl Gorbachov que la OTAN no se expandiría “No, no nos moveremos un centímetro hacia el este”. Aunque la naturaleza exacta de esa promesa es debatida, la percepción de un acuerdo incumplido ha sido un factor de tensión persistente en las relaciones entre Rusia y Occidente.
Desde los años noventa, la adhesión de países de Europa Central y del Este, así como naciones que pertenecieron a la Unión Soviética ha generado un clima de oposición en Rusia, que, según Vladimir Putin, representan una amenaza para la seguridad nacional.
Pero surge una pregunta clave: ¿por qué Ucrania resulta tan sensible para Moscú, mucho más que otros países que ya ingresaron en la OTAN como Lituania, Estonia o Letonia? La respuesta va más allá de la seguridad nacional. Ucrania no solo comparte una extensa frontera con Rusia, sino también una historia, cultura y vínculos identitarios que el Kremlin considera parte inseparable de su esfera de influencia. De acuerdo con Rusia, la ampliación de la OTAN es una estrategia para alejar a Ucrania de la esfera de influencia rusa e integrarla a Occidente. En esta línea de ideas, Moscú sostiene hasta el día de hoy que, la destitución del ex presidente ucraniano Víktor Yanukóvich fue orquestada por Francia, Alemania y Polonia, y respaldada por Occidente, lo que refuerza su narrativa de injerencia extranjera.
La justificación ideológica de Moscú
La invasión rusa no solo se fundamenta en preocupaciones geopolíticas, sino también en una narrativa ideológica y simbólica que va aún más atrás, hasta 1941, cuando la Unión Soviética libró la llamada Gran Guerra Patria, como se le conoce en Rusia a la Segunda Guerra Mundial. Esta narrativa histórica está profundamente arraigada en la memoria colectiva rusa y ha jugado un papel central en la justificación ideológica de la invasión a Ucrania. El Kremlin la utiliza como un recurso simbólico para presentar la ofensiva no como un acto de agresión, sino como una “continuación histórica” de la lucha contra el fascismo.
En discursos de Vladimir Putin, Ucrania aparece retratada como un territorio dominado por fuerzas “neonazis” que amenazan a la población rusa. Este relato busca movilizar la memoria colectiva del sacrificio soviético en la Segunda Guerra Mundial para reforzar el nacionalismo y otorgar legitimidad a la invasión.
Un conflicto que parece no terminar
Diversas organizaciones internacionales han denunciado y condenado en reiteradas ocasiones la invasión rusa. Las Organización de las Naciones Unidas ha denunciado que la ofensiva rusa constituye una violación a la Carta de las Naciones Unidas y del derecho internacional. En 2023, la Corte Penal Internacional emitió orden de arresto contra Vladimir Putin por crímenes de guerra vinculados a la deportación y traslado forzoso de niños ucranianos, en virtud del Estatuto de Roma.[2]

A su vez, Amnistía Internacional ha documentado y denunciado crímenes de guerra por las fuerzas rusas, al someter a cautiverio a miles de militares y civiles de Ucrania. Entre ellos se incluyen torturas, violencia sexual y negación de atención médica.[3] La organización sostiene que un cese al fuego prolongado y justo solo será posible si se defienden los derechos humanos y se garantiza la rendición de cuentas por las atrocidades cometidas.
El pasado 15 de agosto, en una cumbre en Alaska, el presidente Donald Trump se reunió con su homólogo ruso Vladimir Putin con la meta de alcanzar un acuerdo para poner fin a la guerra. Tras varias horas de conversaciones, los líderes se retiraron sin lograr una tregua, aunque ambos calificaron la reunión como «productiva». Mientras tanto, el saldo de la guerra sigue en aumento: millones de refugiados, ciudades arrasadas, miles de muertos y testimonios de torturas conforman un mosaico de horrores que parece no terminar.
[1] Naciones Unidas. (13 de agosto de 2025). Number of civilians killed and injured in Ukraine reaches three-year monthly high in July 2025, UN human rights monitors say. United Nations Humans Right [sitio web]. Recuperado de: https://ukraine.ohchr.org/en/Number-of-civilians-killed-and-injured-in-Ukraine-reaches-three-year-monthly-high-in-July-2025-UN-human-rights-monitors-say
[2] Corte Penal Internacional. (17 de marzo de 2023). Situation in Ukraine: ICC judges issue arrest warrants against Vladimir Vladimirovich Putin and Maria Alekseyevna Lvova-Belova. Corte Penal Internacional [sitio web]. Recuperado de: https://www.icc-cpi.int/news/situation-ukraine-icc-judges-issue-arrest-warrants-against-vladimir-vladimirovich-putin-and
[3]Amnistía Internacional. (2024). No más crímenes de guerra contra personas ucranianas cautivas en Rusia. Amnistía Internacional [sitio web]. Recuperado de: https://www.amnesty.org/es/petition/end-war-crimes-against-ukrainians-in-russian-captivity/