José Luna Gálvez: empresario, economista, político. Sin embargo es mucho más que eso. En los últimos días su nombre ha vuelto al centro del debate público no por una propuesta programática ni por un giro ideológico, sino por una acumulación de episodios que, puestos en conjunto, dibujan una postal incómoda para quien aspira a gobernar el país.
El candidato presidencial y fundador de Podemos Perú ha sido objeto de diversos cuestionamientos en los últimos días. Según distintos reportajes periodísticos, su nombre ha sido mencionada en el contexto de una investigación fiscal vinculada a una presunta red de prostitución en el Congreso de la República, caso que aún no se encuentra en etapa preliminar y sin conclusiones judiciales definitivas. A ello se suma un cruce burlesco con Rafael López Aliaga en redes sociales y la reaparición de vínculos entre su partido y sectores del magisterio asociados históricamente al Fenatep, sindicato vinculado en su origen al Movadef.
Empecemos por lo más ligero. Este miércoles, el propietario de la Universidad Privada Telesup publicó en X (antes Twitter) un mensaje dirigido directamente al líder de Renovación Popular:

“Podemos Perú es un partido emergente, de la unidad, de todas las sangres. Es el partido de la igualdad, pero no de la hipocresía. @rlopezaliaga1”
El mensaje no es inocente. Luna presenta a Podemos Perú como un partido “emergente”, en contraste con lo que sugiere una derecha tradicional desgastada. Señala que su bancada sería una fuerza nueva y en ascenso, que se caracteriza por la “unidad” y a la idea de “todas las sangres”, una fórmula cargada de simbolismo nacional-popular, diseñada para interpelar a un electorado amplio y diverso.
La provocación se completa con una imagen: “Pepe” Luna sosteniendo la bandera LGTBI, superpuesta sobre el logo de Renovación Popular. El mensaje es claro y deliberado.
No es casual. López Aliaga y su entorno han construido su identidad política sobre una narrativa conservadora, religiosa y abiertamente contraria a la llamada “ideología de género”. Sin embargo, ese discurso ha convivido con evidentes contradicciones internas: cuestionamientos a figuras como Norma Yarrow, ambigüedades frente a la unión civil y decisiones administrativas que poco dialogan con la austeridad moral que pregonan. A ello se suman críticas sostenidas a la gestión municipal de López Aliaga en Lima, especialmente por el nivel de endeudamiento que comprometería las finanzas de la ciudad hasta 2045.
En ese contexto, el mensaje de Luna fue leído por amplios sectores como una burla calculada, una acusación directa de oportunismo moral. Y el golpe, hay que decirlo, encontró terreno fértil.
Sin embargo, el problema para Luna Gálvez es que el reflector no se quedó en el tuit. Su apellido vuelve a aparecer asociado a investigaciones mucho más delicadas. Según un informe de Perú21, Leonor Nicole Armes Tovar, conocida como “Lía”, habría denunciado por agresión a la fallecida Andrea Vidal Gómez, extrabajadora del Congreso, cuyo asesinato por sicarios destapó uno de los escándalos políticos más graves del año al vincularse con una presunta red de prostitución en el Parlamento.
Armes Tovar es esposa de Luis Felipe Luna Morales, hijo de José Luna. Vidal, por su parte, mantenía una relación con Marlon Ninahuanca, militante de Podemos Perú. Ambas trabajaron en A2 Constructora, empresa fundada por sus respectivas parejas. Según la prensa, tanto Armes como Vidal experimentaron un cambio abrupto en su nivel de vida: viajes constantes, cirugías estéticas, artículos de lujo y un estándar económico difícil de explicar con los ingresos formales conocidos. Todo ello sin que, hasta el momento, exista una determinación fiscal que establezca responsabilidades penales.
Un dato que no menor fue la cercanía temporal entre los hechos: Andrea Vidal fue asesinada apenas doce días después del matrimonio de Armes con el hijo de Luna Gálvez. La investigación sigue abierta y, como han advertido diversos medios, podría alcanzar a más de una figura política en plena campaña electoral.
Como si eso fuera poco, este martes salió a la luz una fotografía tomada en noviembre que refuerza otra línea de cuestionamiento. En la imagen se observa a dirigentes de la base Lima de la Fenatep —sindicato fundado por Pedro Castillo y con antecedentes ideológicos vinculados al Movadef— participando en actividades políticas de Podemos Perú. La fotografía confirma lo revelado por Perú21: varios líderes sindicales se afiliaron al partido de Luna y figuran incluso como posibles candidatos para 2026, pese a que el propio partido ha negado públicamente cualquier vínculo con dicho entorno.
Todo esto ocurre mientras José Luna intenta posicionarse como una opción “responsable” y “moderada” frente a la polarización política. Pero la suma de episodios —las provocaciones en redes, los vínculos incómodos, las investigaciones en curso y las alianzas pragmáticas— termina dibujando otra imagen: la de un proyecto que parece dispuesto a sacrificar coherencia ideológica con tal de acumular poder electoral.
Esta no ha sido una buena semana para Luna Gálvez y compañía. Entre las sombras que reaparecen, la distancia entre el discurso y la práctica se hace cada vez más evidente. El cruce burlón con López Aliaga, más propio de una pelea digital que de un debate de país, termina siendo apenas la superficie de un problema mayor. En el camino hacia el 2026, Podemos Perú parece confirmar que, una vez más, el pragmatismo político pesa más que los principios que dice defender.













