El Evangelio de Juan narra cómo Jesús curó a un hombre ciego enviándolo a lavarse en el estanque de Siloé, un testimonio cargado de significado espiritual. Arqueólogos en la Ciudad de David, Jerusalén, afirman haber descubierto los restos de una antigua presa incluyendo un impresionante muro de contención relacionado con un estanque ritual, informó el portal de El Cronista.
No obstante, esto aún se mantiene en condicional: arqueólogos creen, consideran, y apenas apuntan a la posibilidad de que se trate del estanque mencionado en los Evangelios.
Desde entonces, numerosas investigaciones han enriquecido esa narrativa inicial con nuevos hallazgos. Se encontró un enorme muro de contención en Catedral de David, de hace más de 2800 años, esta pudo servir como base del sistema hídrico que incluía el estanque. Esta estructura, la más grande de su tipo descubierta en Jerusalén, muestra el alto nivel de ingeniería urbana ya presente en esa ciudad antigua.
Además, los expertos han confirmado que el estanque formaba parte de un complejo sistema de agua alimentado por la fuente del Gihón, usada tanto para purificaciones rituales como para el abastecimiento diario.

A pesar de la contundencia física del hallazgo, la comunidad arqueológica mantiene una postura prudente: aunque los restos reflejan un entorno compatible con el relato del Evangelio según Juan, no hay una confirmación definitiva de que este precisamente sea el mismo estanque donde Jesús sanó al ciego.
La ciencia sigue explorando, desenterrando capas, fechas y coincidencias; el templo de la fe aún aguarda su día de certeza.

Más allá del interés histórico y religioso que pueda tener el hallazgo, este tipo de noticias podría funcionar como estrategia política. En medio de la guerra y las denuncias internacionales contra Israel, la arqueología bíblica se convierte en un instrumento de legitimación y, a la vez, en un respiro mediático que desvía la atención hacia la fe y la tradición.