El primero de julio de 2025, una redada policial en la parroquia Santa Maria Maggiore de Vicofaro, en la Toscana, puso fin al proyecto de acogida iniciado por el sacerdote Don Massimo Biancalani. Tras años de tensiones con vecinos y políticos de extrema derecha, agentes antidisturbios irrumpieron en la rectoría para desalojar a los últimos migrantes que se refugiaban allí. En un escenario de tensión, varios de ellos fueron esposados, mientras familias enteras eran separadas. En un gesto de protesta, el sacerdote intentó proteger a los inmigrantes mientras exclamaba “¡Vergüenza!”.
Una misión inspirada en el Papa Francisco
Don Biancalani describe su labor como una experiencia empática, inspirada en el mensaje del papa Francisco de “abrir las puertas” a los migrantes. Desde el 2016, su parroquia se convirtió en un refugio para las personas más desfavorecidas. Allí, la comunidad parroquial ofrecía alimentos, asistencia legal y clases de italiano a más de 350 migrantes. A pesar de tener deficiencias logísticas y la falta de apoyo de la propia diócesis y del Estado, la Iglesia se mantuvo firme en su misión. “Nadie nos ayudó realmente” lamentaba Biancalani «Estábamos solos, gestionando situaciones enormes y difíciles».
Durante casi una década, según medios como Religion News Service, más de 700 migrantes, principalmente provenientes de África Occidental, encontraron refugio en Vicofaro. Irónicamente, Biancalani llegó a llamar a su parroquia «la más musulmana del mundo», destacando la diversidad de su comunidad. La labor de la parroquia dejó una marca profunda en muchos de sus residentes. «Si tengo una segunda familia, es la de Vicofaro. Siempre me quisieron y me ayudaron a aprender el idioma y a hacer cosas. No los puedo olvidar«, expresó uno de los primeros inmigrantes acogidos.
Tensiones entre la fe, la política y el rol de la iglesia
Mientas que sectores defendían la labor solidaria de la parroquia, para la Diócesis de Pistoia, la situación se había vuelto insostenible. Esta disparidad generó fuertes tensiones entre acoger a los extranjeros y un panorama político que presionaba cada vez más la regulación y aplicación de leyes más estrictas para la inmigración debido al aumento de la delincuencia.
En febrero, se realizó una reunión con el Ministerio del Interior y Caritas para empezar a reubicar a los inmigrantes. Aunque algunos fueron trasladados, muchos se negaron a irse, ya sea por falta de permisos o por rechazo a vivir bajo supervisión. En junio, la diócesis justificó su decisión bajo el argumento de que las condiciones sanitarias de la parroquia ya no permitían una acogida digna. A pesar del ultimátum, un grupo de migrantes se resguardó en el templo, lo que llevó a la operación policial del 1 de julio. Tras el incidente, el obispo de Pistoia le ofreció a Don Biancalani una nueva asignación pastoral, pero el sacerdote la rechazó. En su lugar, ha manifestado su interés en buscar la orientación de las «iglesias santuario» en Estados Unidos, que han acogido a migrantes a pesar de la oposición del gobierno.
La labor de la parroquia de Santa Maria Maggiore de Vicofaro se ha convertido en un foco de tensión entre la Iglesia y el Estado en Italia en torno a la inmigración. Para Biancalani, este suceso subraya que la Iglesia debe predicar con el ejemplo, un desafío aún mayor cuando se trata con personas de diferentes culturas y con historias de vida complejas.