En una reciente emisión, Bethel TV Noticias invitó al analista argentino judío Gabriel Ben-Tasgal para exponer sobre el antisemitismo y la guerra entre Israel y Palestina. Sin embargo, lejos de ofrecer una explicación equilibrada o informativa, la entrevista funcionó como una plataforma para difundir un discurso abiertamente alineado con la narrativa estatal israelí y para deslegitimar toda crítica hacia el gobierno de Benjamín Netanyahu. Esto plantea una pregunta relevante: ¿está Bethel TV sirviendo como espacio de propaganda política disfrazada de análisis internacional?
La principal interrogante surge en la personalidad pública del invitado, Gabriel Ben-Tasgal, quien es fundador y director de HaTzad HaSheni, un programa de diplomacia pública creado en 2010 cuyo objetivo declarado es, en teoría, posicionar a Israel como un Estado que ama la paz, que fomenta el progreso de la humanidad y que, injustamente, es difamado por culpa de desinformación fomentada por países e individuos antisemitas. Si bien la descripción suena defensiva y positiva, en la práctica, su operación concreta se asemeja a un mecanismo de propaganda política a favor del gobierno israelí, listo para defender incondicionalmente cualquier política que implemente. En la actualidad, esta organización tiene presencia en 18 países.
Es más, HaTzad HaSheni ofrece cursos y recursos de Hasbará, un instrumento de la diplomacia pública de Israel que busca construir, moldear, controlar y distorsionar la narrativa internacional del conflicto Palestina – Israel.
La Hasbará cumple un rol ampliamente documentado, pero, sobre todo, cuestionable: intervenir en el debate mediático internacional para justificar la política exterior israelí, especialmente en contextos de ofensivas militares. Durante la ofensiva militar contra Gaza iniciada en octubre de 2023, la estrategia fue evidente: justificar bombardeos a escuelas, hospitales y zonas residenciales bajo el argumento de que Hamás utilizaba infraestructura civil como “escudos humanos”. Esta narrativa tiene un problema jurídico fundamental, ya que el Derecho Internacional Humanitario establece la obligación de distinguir entre combatientes y civiles, incluso si el adversario incumple la norma. Israel, con uno de los sistemas de inteligencia más sofisticados del mundo, difícilmente puede sostener que es “incapaz” de evitar ataques a civiles.
Las acciones de esta herramienta política incluyen la comunicación masiva y la participación de “expertos” en medios periodísticos locales. Esta estrategia le permite a Israel presentar un discurso que defiende y justifica toda ofensiva militar que el gobierno decida operar, en especial aquellas que terminan destruyendo la vida de miles de civiles palestinos. De esta forma, el gobierno de Israel logra despojarse de la responsabilidad de la cantidad de civiles asesinados, y trasladárselo al grupo terrorista Hamás.
Por ello, cuando un invitado con una trayectoria explícitamente vinculada a la defensa internacional del Estado de Israel es presentado como simple “periodista” o “experto”, sin aclarar su rol dentro de un programa de diplomacia pública, el público recibe una impresión falsa de objetividad. Bethel TV no transparentó esta relación y, como resultado, la entrevista que aparente ser un análisis académico serio, se produce sin objetividad, evadiendo mencionar las razones que argumentan las acusaciones y críticas internacionales hacia Israel.
El discurso de Ben-Tasgal durante la entrevista con Bethel evidencian esta falta de neutralidad, llegando a incluso a sostener afirmaciones académicamente erróneas. Según él invitado, toda crítica contra Israel es una expresión del antisemitismo contemporáneo, que “la extrema izquierda odia los valores judeocristianos” y que la “misión del pueblo judío es combatir el radicalismo islámico y aquellos que quieren destruir la familia”. Estas afirmaciones mezclan teología, ideología política y geopolítica sin distinción, construyendo un relato en el cual Israel aparece como pueblo moralmente elegido y cualquier opositor —sea musulmán, de izquierda, feminista o defensor de derechos humanos— queda asociado al extremismo, al terrorismo o al odio religioso.
La retórica utilizada también intenta presentar a Estados, movimientos sociales y medios de comunicación críticos como parte de una supuesta “alianza rojo-verde”, un marco discursivo que busca unir a “la izquierda” y “el islam” bajo un enemigo común. Este tipo de argumento, ampliamente desacreditado en ámbitos académicos, sirve para construir enemistades imaginarias y deslegitimar posiciones divergentes.
Más aún, la entrevista de Bethel TV omitió información fundamental para entender el conflicto. No se menciona el nacimiento del sionismo como movimiento político, la fundación del Estado de Israel y los enfrentamientos armados que le acompañaron, el terrorismo israelí, las múltiples acusaciones contra el gobierno israelita de imponer un Estado apartheid contra la población palestina, las investigaciones de la Corte Penal Internacional contra altos funcionarios israelíes ni el informe de las Naciones Unidas sobre los posibles crímenes de guerra y genocidio, así como las decenas de miles de civiles palestinos asesinados durante la ofensiva militar debido a los constantes bombardeos y la hambruna empleada como arma de guerra. La ausencia de estos elementos, sumada a la presencia de un invitado con trayectoria en diplomacia pública pro israelí, evidencia un sesgo editorial incompatible con la pretensión de objetividad.
La controversia no recae en si Ben-Tasgal tiene el derecho de expresar sus posturas y lecturas del conflicto – porque las tiene – sino en la razón por la que un canal que se presenta como un medio informativo cristiano ofrece una plataforma sin cuestionamiento a discursos altamente ideologizados, mientras convenientemente oculta los lazos del invitado con el gobierno de Israel, excluyendo voces alternativas, cuya participación ampliarían el debate público.
En un contexto de intensa polarización y desinformación, esta falta de rigor no es un error menor, sino una contribución directa y consciente a promover la propaganda israelí en el país.