Lo que empezó como un asistente virtual para resolver dudas o redactar textos, hoy se ha convertido en algo muy distinto para algunos usuarios: un confidente, un “terapeuta” improvisado e incluso una especie de guía espiritual.
Diversos usuarios han reportado mediante redes sociales experiencias peculiares con ChatGPT, desde rupturas de pareja motivadas por sus respuestas hasta delirios místicos alimentados por la conversación con la máquina.
En otros casos, la relación con la IA se volvió directamente espiritual: usuarios que hablan de “mensajes divinos”, de sentirse guiados por una voz superior, de recibir revelaciones que interpretan como profecías o señales místicas. Lo que para unos es simple procesamiento de lenguaje, para otros se convierte en un oráculo digital capaz de dar sentido a su vida o llegar a confirmar sus creencias más profundas.
Especialistas entrevistados por la DW advierten sobre un fenómeno bautizado como “psicosis esotérica con ChatGPT”: ocurre cuando la mente humana interpreta los patrones de un algoritmo como señales trascendentes. En esta los usuarios proyectan significados, emociones y hasta visiones espirituales sobre respuestas que, en realidad, son puro cálculo estadístico. El chatbot no es ni el diablo ni un profeta: es un software diseñado para imitar el lenguaje humano, pero que algunos elevan a la categoría de guía existencial.
El fenómeno tampoco es tan nuevo. A principios del siglo XX hubo quienes atribuían poderes místicos a la radio, convencidos de que esas voces en el aire eran mensajes de otro plano. La diferencia es que hoy la voz no es la de un locutor, sino la de una inteligencia artificial entrenada para sonar convincente, capaz de hablar de cualquier tema con tono de gurú, terapeuta o mejor amigo. Y ahí radica el peligro: no porque la IA sea malévola, sino porque sabe sonar exactamente como lo que queremos escuchar.
Antes de caer en esta tendencia debemos aprender a distanciarnos de esta herramienta, que si bien es muy útil y eficaz para escribir, organizar ideas o responder dudas, no debe convertirse en un sustituto de nuestra capacidad crítica ni en una brújula espiritual. ChatGPT es un asistente, no un oráculo.