Sí, leyó bien. El Vaticano ahora tiene sus propios premios musicales. El pasado 27 de julio, Roma fue sede de la primera edición de los Catholic Music Awards, un evento internacional que reunió a músicos católicos de todo el mundo en un formato que, para muchos, recordó a los Grammy… pero con bendición papal.
El evento se llevó a cabo en el Auditorium Conciliazione, a metros de la Plaza San Pedro, y fue organizado por la Fundación Ramón Pané, con apoyo oficial del Vaticano. Participaron artistas de más de 30 países, con canciones en español, inglés, italiano y portugués, y más de 1,400 propuestas musicales en competencia.
Hubo alfombra roja (moderada), luces, cámaras y hasta gritos de fans católicos. Entre los presentes destacaron Andrea Bocelli, Athenas, Jon Carlo, Siervas, y otras voces que suenan fuerte en el circuito de la música cristiana.
La idea nació tras la JMJ de Lisboa, cuando el cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga propuso crear un espacio formal para valorar el trabajo musical evangelizador. Y el Vaticano no perdió tiempo: la iniciativa fue bendecida, literalmente.
¿Espectáculo o estrategia pastoral? Las opiniones están divididas. Algunos aplauden la movida como una forma fresca de llegar a los jóvenes. Otros la critican por acercarse demasiado al mundo del entretenimiento.
Lo que está claro es que la Iglesia Católica ha decidido que, además de predicar, también puede premiar. Y con escenario propio.
El Vaticano ya anunció que los Catholic Music Awards podrían repetirse cada dos o tres años. Así que prepárese: en la próxima edición, no se sorprenda si ve una guitarra eléctrica cerca del incensario.