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El ‘Profe sobre ruedas’: populismo rodante con disfraz libertario

En los últimos años, Jorge Ugarte ha intentado consolidarse como un posible candidato para las elecciones 2026. Sin embargo, su figura está marcada por la contradicción: mientras se presenta como un profesor que busca educar desde las redes, su discurso está cargado de sesgos ideológicos, tergiversaciones históricas y cambios de camiseta que empañan su credibilidad.

Jorge Ugarte Olivera, conocido en redes sociales como el “Profe sobre ruedas”, es un escritor e influencer peruano nacido en Lima en 1989. Aunque inició estudios de periodismo en la Universidad Jaime Bausate y Meza, nunca llegó a concluirlos. A pesar de no tener formación universitaria completa ni título docente, adoptó el apelativo de “profe”, desde el cual genera contenido político e histórico polémico en TikTok, Facebook y YouTube.  

Ugarte alcanzó notoriedad en la plataforma TikTok y Facebook, donde publica videos de corte ultraderechista, aunque él se califica como liberal. Sus mensajes suelen respaldar a políticos conservadores como Rafael López Aliaga y atacar las ideologías progresistas o de izquierda, a las que ridiculiza mediante comentarios despectivos.

En el canal de YouTube “Libertando Perú”, participa como panelista. Allí afirma dar “opiniones objetivas” sobre la realidad nacional, aunque sus planteamientos suelen estar cargados de subjetividad y sesgos ideológicos.   

Desinformación en las redes sociales

Uno de los aspectos más polémicos de su discurso es la forma en que aborda la historia del Perú. Ha sostenido, por ejemplo, que “la independencia del Perú fue el saqueo de la propiedad privada”, negando el peso de los procesos internos que dieron forma al movimiento emancipador. Este tipo de afirmaciones omite episodios clave como la influencia de la Ilustración y de la independencia de la Estados Unidos, las Cortes de Cádiz, los levantamientos de líderes como José Antonio de Zela, Juan José Crespo y Castillo, Enrique Paillardelle o Mateo Pumacahua, así como la labor de intelectuales como Baquíjano y Carrillo, Hipólito Unanue, Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, Riva Agüero, entre otros. Reducir la independencia a un “saqueo” niega tanto las contradicciones coloniales como el papel de la identidad criolla frente a las reformas borbónicas. Se trata, por tanto, de una visión simplista y desinformadora, que busca reforzar su línea ideológica más que promover un análisis riguroso.  

De igual forma, ha llegado a afirmar que “Velasco Alvarado ha fortalecido a Sendero Luminoso” o que la Reforma Agraria de 1969 fue simplemente un mecanismo para “quitar tierras y quedárselas él mismo”. Este discurso resulta peligroso porque distorsiona procesos históricos complejos y los reducen a frases incendiarias. Si se van a emitir afirmaciones de tal gravedad, es indispensable aclarar sus fundamentos; de lo contrario, se convierten en una tergiversación cronológica e ideológica.

La Reforma Agraria, aunque no estuvo exenta de errores y limitaciones, implicó la expropiación y redistribución de tierras productivas entre los campesinos que trabajaban en ellas, lo que marcó un cambio estructural innegable en el agro peruano. Presentar esa etapa como un simple “saqueo” no solo desinforma, sino que además niega las condiciones de explotación en los latifundios y la servidumbre indígena aún existente en aquella época.

Como se evidencia en estos dos ejemplos, el «profe» recurre a frases provocadoras que lejos de fomentar un debate serio educativo, difunden versiones distorsionadas de la historia del Perú. Su estrategia parece más orientada a generar impacto y visualizaciones en redes sociales más que a promover una reflexión crítica.

Un historial de alianzas partidarias volátiles

En el 2023, Jorge Ugarte anunció su deseo de postularse a la presidencia en las próximas elecciones generales a través de su movimiento político «Tu Independencia». No obstante, al no lograr concretar dicha candidatura, pocos meses después hizo pública su intención de competir electoralmente por la alcaldía de Lima Metropolitana con el partido ecologista Progresemos y, posteriormente, con el partido “Peruanos Unidos Somos Libres”. Sin embargo, tiempo después confirmó su ruptura con dichas organizaciones.

A la fecha, el llamado «profe» no cuenta con una organización propia, pero ha encontrado espacio político en el «Partido Demócrata Verde«, liderado por Álex Gonzáles, ex alcalde de San Juan de Lurigancho en el periodo de 2019 a 2022. Su gestión municipal es recordada por muchos vecinos como una de las más caóticas y negligentes, lo que genera dudas sobre la solidez y transparencia de la organización.

Sin embargo, su estrategia política no se limita a su reciente militancia en el Partido Demócrata Verde, ya que en paralelo mantiene una cercanía cada vez más evidente con Rafael López Aliaga, a quien hace pocos meses criticaba duramente, empleando incluso adjetivos sumamente denigrantes. Hoy, en contraste, se autodenomina abiertamente «Porkylover». Este cambio de actitud o «cambio de camiseta» evidencia un claro oportunismo político.

Una eventual alianza de este tipo no solo le permitiría conseguir el apoyo de los simpatizantes y afiliados al partido, sino también presentarse con una plataforma más sólida, capaz de otorgarle visibilidad en los sectores conservadores y religiosos que hoy no forman parte de su base de seguidores. 

Más allá de la viabilidad de sus intenciones de postulación, ya sean presidenciales o municipales, lo cierto es que el “Profe sobre ruedas” mantiene una clara aspiración de alcanzar una posición de poder dentro del aparato público, aun cuando no cuenta con un partido propio que lo respalde ni con un proyecto político estructurado.

Entre la influencia y la controversia

La identidad de “profe” que Ugarte adopta no es casual ni inocente. En el Perú, la figura del profesor carga un peso simbólico de cercanía, humildad y autoridad moral, especialmente en sectores populares que ven en el maestro a un referente confiable. Ejemplos recientes, como el de Pedro Castillo, muestran cómo esa denominación puede ser utilizada políticamente para generar legitimidad y una falsa idea de representatividad.

Al autodenominarse “profe”, Ugarte busca dotar su discurso de una autoridad pedagógica que en realidad no posee, reforzando la percepción de que “enseña la verdad” cuando en realidad difunde interpretaciones sesgadas y desinformación. Este uso estratégico del apelativo le permite ganar confianza entre sus seguidores y enmascarar su sesgo ideológico bajo la apariencia de enseñanza imparcial. 

En los últimos meses, ha llegado a expresar su deseo de postular a la presidencia bajo los pilares del liberalismo y la base moral judeo-cristiana. Esta última referencia no es menor ya que puede responder a una estrategia política ya vista en varios sectores de la derecha latinoamericana, que buscan apelar a la comunidad judeo-cristiana como un núcleo de respaldo electoral.

Romance con Bethel TV:

En esta misma línea, Ugarte ha empezado a acercarse a Bethel TV, medio cristiano conocido por dar tribuna a políticos de derecha que afirman ser creyentes y por su influencia en sectores evangélicos y conservadores.

En una reciente entrevistas, el «profe» expresó con entusiasmo la oportunidad de dialogar con dicho canal y aceptó de manera eufórica una invitación a participar en uno de sus programas futuros.

Estas acciones no son desinteresadas. Al presentarse como un defensor de “valores tradicionales” frente al avance de ideologías progresistas, Ugarte intenta construir una identidad política de corte moralizante, capaz de atraer a votantes conservadores que desconfían de los partidos tradicionales pero que se identifican con discursos religiosos y nacionalistas.

Como se ha podido evidenciar, el «profe sobre ruedas» utiliza la controversia en redes sociales y el oportunismo político para consolidar un respaldo popular que le permitan acceder a un cargo público. Tras un historial de múltiples cambios de partido y reformulación de alianzas, ahora busca proyectar una imagen que resuene con los sectores conservadores y religiosos del país.

Lejos de ser un proyecto político coherente, su trayectoria se perfila como una estrategia puramente electoral, diseñada para asegurar su presencia en el escenario político nacional.

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