A sus 90 años, el Dalai Lama, Tenzin Gyatso, confirmó que habrá un sucesor tras su muerte. La autoridad religiosa aseguró que el Gaden Phodrang Trust, fundación de su confianza, será la única entidad legítima para reconocer a su próxima reencarnación, desafiando así la pretensión del gobierno chino de controlar el proceso.
Gyatso asumió su rol como líder espiritual con apenas cuatro años y medio, al ser reconocido como la reencarnación del decimotercer Dalai Lama. Desde entonces, lleva más de ocho décadas como la máxima autoridad espiritual del Tíbet, y su sucesor solo asumirá este rol tras su fallecimiento.
Pero el debate sobre quién vendrá después no se limita al terreno religioso. También es político. Pekín ha expresado su intención de influir en la designación, lo que abre la posibilidad de un escenario con dos Dalai Lama paralelos: uno reconocido por el pueblo tibetano y otro impuesto por China. No sería la primera vez. Algo similar ocurrió con el Panchen Lama —la segunda autoridad espiritual más importante—, cuya figura hoy divide a la comunidad budista.
En este contexto, la designación del próximo Dalai Lama será crucial no solo para la fe de millones de creyentes, sino también para la identidad cultural y la resistencia política tibetana. Un sucesor legítimo aseguraría la continuidad de una tradición milenaria; en cambio, un proceso manipulado podría fracturar a la comunidad y debilitar su legado.
La figura del Dalai Lama, sin embargo, no ha estado exenta de controversia. En abril de 2023, Tenzin Gyatso enfrentó críticas internacionales tras difundirse un video en el que besaba a un niño en los labios y le pedía que “chupara” su lengua durante un evento público en Dharamsala.
El gesto, que fue interpretado por muchos como inapropiado, generó indignación en redes sociales y entre organizaciones defensoras de derechos infantiles. El líder espiritual tibetano se disculpó públicamente, alegando que su actitud fue una broma inocente y que lamentaba el daño causado. El incidente reabrió el debate sobre los límites del simbolismo religioso y la percepción pública de figuras veneradas.