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Crisis en Palestina: Canales cristianos desvían el debate humanitario

En el Perú, ser solidario con Palestina suele ser catalogado como un acto “caviar” o comunista. Bethel TV y marchas organizadas por movimientos cristianos refuerzan esta narrativa simplista, transformando un drama humanitario en un campo de batalla ideológico.

En los últimos meses, la situación humanitaria en Gaza ha ocupado los titulares internacionales y, con ello, los debates en redes sociales y espacios públicos. Entre las muchas opiniones que circulan, se ha vuelto común etiquetar el apoyo a Palestina como un comportamiento “caviar” o de izquierda radical. Esta narrativa simplista reduce problemáticamente un conflicto histórico y geopolítico a una batalla ideológica, con la intención de desacreditar a quienes cuestionan las acciones del gobierno de Netanyahu y defienden la población civil palestina.  

“Apoyar a Palestina es ser comunista”

Bethel TV, el canal cristiano con mayor alcance en el país, es un claro ejemplo de cómo se refuerza este falso dilema. En sus programas, conductores y voceros han insistido en que “la izquierda ha creado una mentira en torno a Israel”, o que “la narrativa de las izquierdas es que el hombre blanco patriarcal es el malo y la mujer feminista la buena”. En la misma línea, han afirmado que las críticas a Tel Aviv existen “solamente por llevarle la contra a Estados Unidos e Israel”.

El canal incluso presenta a Israel como un “muro de contención de la cultura judeo-cristiana y de Occidente”, supuestamente bajo ataque de un “neo-marxismo progresista globalista aliado al conservadurismo islámico”. Esta forma de argumentar no solo deslegitima la causa palestina, a la cual han catalogado como una que busca el “exterminio del pueblo judío” mientras que la judía es de “supervivencia”; sino que también transforma un conflicto con profundas raíces históricas, políticas y humanitarias en una simple guerra cultural entre “Occidente” y “la izquierda”.

Además, se sugiere que ser de derecha exime de cuestionar a Israel, lo que refuerza un doble estándar ideológico: apoyar irrevocablemente al gobierno israelí se presenta como un acto de “fidelidad religiosa”, mientras que criticarlo equivale a traición o ignorancia.  

La herencia de la Guerra Fría

Empleando una concepción muy limitada, el comunismo es una ideología política que defiende la eliminación de la propiedad privada a favor de una colectiva. Esta se basa principalmente en las obras de Karl Marx y Friedrich Engels del siglo XIX. Este concepto no tiene relación directa con pronunciarse contra la violencia ejercida sobre una población civil ni con pedir justicia y paz para esa región. Entonces, ¿por qué se asume automáticamente que quienes critican la política israelí son comunistas y, por tanto, son sospechosos de antisemitismo?  La explicación hunde sus raíces en la Guerra Fría.

Durante este periodo, algunos movimientos palestinos recibieron apoyo de países socialistas, mientras que Israel siempre ha sido resguardada por Estados Unidos y Reino Unido. Esa división consolidó una narrativa que aún persiste: defender a Palestina equivale a ser de izquierda. En Latinoamérica, esta visión se ha reforzado porque ciertos gobiernos con ideologías progresistas se han pronunciado a favor de Palestina.

Sin embargo, esta es una simplificación peligrosa. Muchas voces en el mundo, en especial provenientes de organizaciones como la ONU, Amnistía Internacional o Save The Children critican duramente a Israel no por ideología ni afiliación política, sino por violaciones al derecho humanitario.

Reducir un conflicto humanitario a un enfrentamiento entre el capitalismo y el comunismo desvía el objeto principal del conflicto: miles de personas desplazadas, niños asesinados, civiles sufriendo hambruna aguda, ciudades destruidas y una población atrapada en un ciclo de violencia. Emplear la etiqueta “comunista” es un recurso para deslegitimar el debate y no asumir responsabilidad frente a una crisis humanitaria.

“Apoyar a Palestina significa apoyar a Hamas”

Otro recurso frecuente es identificar el apoyo a Palestina con una supuesta complicidad con Hamás. Sin embargo, solidarizarse con Palestina significa expresar empatía por una población civil que vive desde hace décadas bajo ocupación, bloqueo y violencia, tal como lo documentan organismos internacionales. No implica justificar acciones terroristas ni respaldar movimientos armados, sino exigir el respeto de los derechos humanos y del derecho internacional. 

Al ser el conflicto Israel-Palestina un conflicto armado internacional (CAI), se encuentra sujeto a la normativa del Derecho Internacional Humanitario, en específico, de los Convenios de Ginebra de 1949 y sus Protocolos Adicionales de 1977, los cuales regulan la protección de civiles, prisioneros y hospitales en tiempos de guerra.  

Es importante señalar que Israel es parte de los Convenios de Ginebra, ratificados en 1951. Aunque no ha ratificado el Protocolo Adicional I, el Derecho Internacional considera que sus disposiciones son parte del Derecho Internacional Consuetudinario, lo que hace que su cumplimiento sea obligatorio. En otras palabras, tanto Israel como Palestina están obligados a respetar estas normas, incluso si la otra parte no lo hace. Esto incluye la prohibición de ataques indiscriminados y la destrucción de bienes civiles, que son considerados crímenes de guerra.

Instrumentalización de la religión como propaganda política

Lo más preocupante es cómo la fe cristiana en el Perú se está utilizando para blindar políticamente a Israel. El Movimiento Misionero Cristiano, por ejemplo, no solo mantiene un discurso de apoyo incondicional, sino que ha promovido marchas a favor de Israel en Lima, reforzando la idea de que defender a ese Estado es casi un deber espiritual. En este contexto, la religión se ha convertido en un vehículo de propaganda que ignora las denuncias de crímenes de guerra y silencia la voz de las víctimas palestinas.

El vínculo entre la religión y el Estado de Israel puede distorsionar el mensaje evangélico. Cuando se promueve la defensa incondicionada de un país que ha sido acusado de cometer crímenes contra civiles, la fe se convierte en herramienta para legitimar políticas intervencionistas y militaristas, en lugar de una fuerza ética de justicia y compasión.

Defender a Palestina no es una postura ideológica, es un acto de empatía y justicia. La primera reacción no debería ser ¿Qué ideología tienes?, sino ¿por qué seguimos permitiendo que un pueblo viva sin derechos fundamentales?

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