La reciente entrevista emitida por Bethel TV —conducida por Grecia Oré Gutiérrez y protagonizada por Mojmir Kallus, vicepresidente de la International Christian Embassy Jerusalem (ICEJ)— vuelve a revelarla tradición periodística del canal cristiano: la instrumentalización de la fe para justificar política del Estado de Israel y promover un alineamiento político absoluto entre creyentes y un gobierno extranjero.
Lo que se presentó como una conversación teológica, terminó convirtiéndose en un discurso ideológico, donde el cuestionamiento es antisemitismo y el análisis pecado.
Invitados pro israelí
En Bethel TV, el análisis del conflicto Israel–Palestina nunca parte de una mirada plural. Los invitados elegidos representan exclusivamente organizaciones que promueven la defensa política y religiosa de Israel. La alineación es explícita y condiciona desde el inicio el marco de la discusión. En ese contexto, no sorprende que Mojmir Kallus abra la entrevista reafirmando el propósito de su institución:
“Por más de 55 años hemos estado apoyando al pueblo judío… mi cargo es viajar por el mundo para dar conciencia… llegar al mundo es también infundir el apoyo a Israel.”
Mojmir Kallus
El verbo infundir es revelador, ya no se trata de acompañamiento espiritual o diálogo interreligioso, sino de promover una postura política concreta. Es una campaña global para orientar la opinión cristiana hacia un apoyo incondicional al Estado de Israel, en medio de un conflicto militar aún en desarrollo.
El recurso del antisemitismo como silencio moral
La entrevistadora pregunta por las amenazas actuales contra el pueblo judío, y Kallus responde asociando toda crítica a Israel con antisemitismo. Si bien el antisemitismo es una realidad histórica innegable, el entrevistado lo utiliza como un argumento para deslegitimar cualquier cuestionamiento hacia las acciones del Estado israelí.
“Hemos estado contrarrestando a los enemigos de Israel. Y uno de los mayores enemigos son los medios de comunicación … muchas mentiras fabricadas”
Mojmir Kallus
El mensaje que se intenta transmitir al público cristiano es claro: quien osa criticar al Estado de Israel, quien informa sobre las violaciones a derechos humanos obre su ofensiva militar o quien menciona su ofensiva militar, es un enemigo del “pueblo de Dios”.
Lo que este discurso busca es instaurar una obediencia pasiva entre los creyentes, llevándolos a aceptar sin cuestionamiento las decisiones de actores políticos que se presentan como “hijos de Dios” y se respaldan en textos bíblicos para justificar sus acciones. Convertir la fe en un sustituto de la responsabilidad política es profundamente peligroso, ya que anula el pensamiento crítico y coloca a líderes humanos por encima del escrutinio ético y democrático.
Incluso, Kallus apela a Adolf Hitler para explicar la supuesta desinformación contra Israel: “Si repites una mentira 100 veces, se convierte en verdad… eso es lo que vemos hoy en los medios.”
Equiparar la crítica internacional hacia una válida indignación por no respetar el Derecho Internacional Humanitario – lo que ha ocasionado la muerte de más de 65 mil civiles palestinos – con propaganda del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán no solo es una falacia asociación, sino que trivializa el Holocausto judío y coloca a cualquier periodista, académico, organizaciones o activista en la categoría de amenaza existencial.
Este tipo de argumentos desactiva el pensamiento crítico y vulnera el debate público.
Bethel TV: un “frente para defender a Israel”
Grecia Oré afirma: “Desde Bethel TV hacemos un frente para defender la integridad del pueblo Israel… los medios desinforman malintencionadamente.” Con esto, el canal se posiciona como brazo comunicacional de una causa política, no como un espacio periodístico objetivo y neutral.
Predicar y abogar a favor de la dignidad del pueblo judío es una causa legítima y respetable, pero convertir un medio religioso en una herramienta de propaganda política no lo es.
Teología como arma geopolítica
La parte más delicada llega cuando Kallus fusiona promesas bíblicas con el presente político del Estado de Israel:
“Quien lucha contra Israel, realmente está luchando contra Dios (…) hemos visto como Dios combate a los enemigos y lo estamos viendo actualmente (…) La restauración de Israel es el cumplimiento de promesas… se está preparando el camino para que Jesús vuelva (…) Apoyamos a Israel, no a su gobierno exactamente, sino a Israel independiente de la situación actual»
Mojmir Kallus
Aquí se produce la confusión doctrinal más peligrosa: identificar un Estado moderno, con gobierno, funcionarios públicos, ejército, una política exterior y decisiones militares concretas, con el Israel bíblico del que hablan Génesis o Romanos. Esta equivalencia convierte toda acción estatal en sagrada, toda guerra en justa y toda víctima en daño colateral inevitable del plan divino.
Si confundimos el gobierno de Israel con una promesa de Dios, entonces criticar al gobierno de Israel supone rebelarse ante Dios. En práctica, esta afirmación representa una teología de obediencia absoluta al poder político terrenal. Se borra cualquier diferencia entre el Estado contemporáneo, su ejército y la narrativa religiosa.
El punto más preocupante de este tipo de discursos es la idea de que crímenes de guerra, castigos colectivos o la muerte de niños puedan justificarse apelando a un libro religioso escrito hace siglos. Ningún texto sagrado —sea la Biblia, el Torá, el Corán o cualquier otro— puede convertirse en un permiso moral para legitimar acciones militares contemporáneas. Las escrituras forman parte de la vida espiritual de millones de personas, pero no son códigos de derecho internacional ni criterios aceptables para evaluar operaciones bélicas en pleno siglo XXI. La Biblia no confiere autoridad divina para violar normas humanitarias básicas ni coloca a un Estado moderno por encima de la responsabilidad jurídica. Usar un texto religioso como escudo político no solo es intelectualmente insostenible, sino profundamente peligroso, pues diluye la gravedad de los hechos y sacrifica vidas reales en nombre de interpretaciones antiguas que jamás fueron diseñadas para justificar guerras actuales.
La espiritualidad usada para blindar un Estado
La instrumentalización de la fe convierte a la comunidad cristiana en un bloque movilizable políticamente, sin espacio para el discernimiento personal que la misma Biblia promueve “Examinadlo todo; retened lo bueno.” (Tesalonicenses 5:21-23)
La entrevista de Bethel TV no solo confunde fe con geopolítica; ofrece una lectura religiosa diseñada para impedir cualquier crítica legítima a un gobierno en conflicto armado. Se construye un relato donde cuestionar violaciones a los derechos humanos equivale a atacar a Dios, y donde el cristiano debe alinearse políticamente sin generar cuestionamientos críticos propios.
Es la forma más peligrosa de instrumentalización religiosa, ya que pide fe para reemplazar reflexión, y devoción para reemplazar responsabilidad ética.