Lo que alguna vez fue “El canal para la felicidad de la familia”, hoy se ha convertido en el espacio favorito para la felicidad de los políticos. Bethel TV a juzgar por sus recientes publicaciones actúa como un medio complaciente ante el poder, en especial de la llamada «derecha cristiana».
Ayer, 22 de agosto, durante la inauguración de nuevas pistas en San Martín de Porres, el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, elogió públicamente a Bethel TV: “Ustedes son profesionales. Creo que están creciendo mucho en audiencia. Yo los sigo; tienen un nivel de mucho respeto”, afirmó ante las cámaras del canal evangélico.
El reportero, en tono afirmativo, añadió: “Y con objetividad, siempre”. A lo que el alcalde respondió: “Sí, sí, siempre he ido. Y además, su labor es glorificar a Dios. Eso es lo más importante”.
¿Desde cuándo un medio que presume de “objetividad” puede sentirse halagado —o peor aún, agradecido— porque un político los elogia públicamente? ¿Desde cuándo el aplauso del poder se convierte en medalla periodística? Qué vergüenza. El periodismo no está para agradar al gobernante de turno, sino para incomodarlo. Cuando un medio se enorgullece de ser bendecido por el alcalde, lo que demuestra no es profesionalismo, sino subordinación. Y eso, en cualquier contexto, se llama pérdida de independencia.
Rafael López Aliaga enfrenta denuncias por contratar a más de 30 militantes de Renovación Popular en la Municipalidad de Lima —según reveló una investigación de Ojo Público—, también el proyecto del tren Lima–Chosica es cuestionado por falta de planificación, infraestructura y legalidad, y los vagones camino al depósito porque no existen vías operativas. Y mientras el Metropolitano mantiene 12 estaciones inoperativas en el norte de Lima por incumplimientos técnicos de la gestión edil según el MTC, Bethel sigue transmitiendo entrevistas sin una sola pregunta incómoda.

La luna de miel entre López Aliaga y Bethel TV no es solo mediática: es ideológica. El canal ha dejado de ser un medio de comunicación para convertirse en un instrumento de militancia religiosa. Incluso dentro de la comunidad cristiana, crece la incomodidad por una alianza que contamina la fe con cálculo político. Sin embargo, como siempre, ya sabemos como terminan estos romances. Los políticos los usan, los exprimen, y cuando estorban, los botan. Bethel TV no será la excepción.
Es paradójico que un medio que dice combatir ideologías se allane ingenuamente ante ellas.
Bethel TV se presenta como defensor de valores cristianos, como antídoto frente a las “ideologías del mundo”. Pero en la práctica, ha abrazado sin pudor una agenda política que instrumentaliza la fe.
A estas alturas, hablar de periodismo en Bethel TV es una ficción. Lo que se practica es propaganda. Y cuando la fe se convierte en blindaje, el poder se vuelve intocable. Eso no es evangelio. Es complicidad.