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Denuncian persecución religiosa Rusa para dominar Ucrania

Informes internacionales denuncian que Moscú lleva a cabo una campaña sistemática de represión contra comunidades religiosas en los territorios ocupados, con secuestros, torturas y destrucción de templos.

Desde el inicio de la invasión de Rusia en Ucrania, numerosos informes – mayormente de círculos religiosos – han denunciado que el Kremlin lleva ejecutando una campaña sistemática de persecución religiosa en los territorios ucranianos ocupados. El panorama incluye sacerdotes secuestrados, templos destruidos y comunidades enteras silenciadas con el objetivo de erradicar expresiones de fe que no se alineen con la ortodoxia vinculada al Kremlin. Sin embargo, a pesar de la gravedad de las denuncias, el tema sigue recibiendo poca atención internacional y, en algunos casos, incluso se encuentran voces que lo justifican.  

De acuerdo con el Instituto Ucraniano para la Libertad Religiosa (IRF)[1], entre 2022 y 2024 se multiplicaron las detenciones arbitrarias, los interrogatorios bajo tortura y las ejecuciones extrajudiciales contra líderes religiosos, especialmente protestantes y católicos. Estas acciones buscaban presentar a las iglesias como presuntas colaboradoras de los servicios de inteligencia ucranianos y occidentales. Más de 630 sitios de culto fueron dañados o destruidos, y comunidades enteras vieron confiscados sus templos o prohibidas sus actividades. En muchos casos, los fieles fueron forzados a someterse a estructuras religiosas impuestas por Moscú, en lo que se describe como un intento de “rusificar” la fe en los territorios ocupados.

Este escenario no es reciente ya que se remonta a la ocupación de Crimea y Dombás en 2014, cuando comunidades religiosas de los territorios ocupados expresaron haber experimentado brutales políticas represivas rusas, con excepción de aquellas dependientes del Patriarcado de Moscú. Líderes espirituales de diversas confesiones fueron perseguidos y atacados, con el objetivo de fortalecer el régimen ruso y sofocar cualquier resistencia.

Una de las principales razones que motivan la persecución del Kremlin hacia las comunidades religiosas es el respaldo popular de reciben. En un inicio, intentaron que las iglesias cooperaran movilizando la opinión pública hacia la aprobación de la invasión rusa. Sin embargo, al evidenciar su persistente oposición hacia Moscú y su ayuda activa a los militares y civiles ucranianos, comenzaron a ser vistas como una amenaza. Desde julio de 2022, los servicios de seguridad rusos intensificaron las represiones: confiscaron edificios religiosos, efectuaron arrestos arbitrarios y deportaron a líderes que se negaban a cooperar.

Las comunidades evangélicas —pentecostales, bautistas, adventistas y carismáticas— han sido particularmente afectadas. Sus miembros han sufrido saqueos, amenazas hacia su integridad y persecuciones, llegando a ser catalogados como “espías estadounidenses” y “enemigos del pueblo ortodoxo ruso”. Incluso algunos sacerdotes de la Iglesia ortodoxa ucraniana vinculada al Patriarcado de Moscú fueron reprimidos y torturados si preservaban su identidad nacional y no expresaban apoyo abierto a la invasión.

Entre los casos más estremecedores está el del sacerdote ortodoxo ucraniano Stepan Podolchak, secuestrado en febrero de 2024 en la región de Jersón, torturado y ejecutado poco después. A su vez, en junio de 2023, el rector Mykola Palagniuk fue decapitado y mutilado tras un bombardeo ruso mientras entregaba ayuda humanitaria. También se recuerda el secuestro de los sacerdotes católicos Ivan Levitsky y Bohdan Geleta en noviembre de 2022, quienes permanecieron retenidos bajo condiciones severas durante dieciocho meses. En paralelo, las autoridades de ocupación prohibieron la actividad de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, cerrando templos y expulsando al clero.[2]

Según el IRF, la raíz de estos crímenes está en la ideología chovinista que guía al Kremlin, la cual niega el derecho de Ucrania a existir como nación independiente, con su propio idioma, cultura y pluralismo religioso. Vladimir Putin, sus portavoces y los medios de comunicación rusa han repetido que los ucranianos “no existen” como pueblo y que la nación ucraniana es una extensión de la rusa.

La evidencia indica que Rusia ha utilizado la violencia religiosa como herramienta de dominación y destrucción de la identidad cultural de Ucrania. La expresión de estos crímenes va desde el asesinato de líderes espirituales y la destrucción material de los lugares de oración, hasta la imposición de una estructura religiosa afina al Kremlin. Organismos ucranianos e instituciones internacionales continúan documentando estos crímenes, en un contexto donde la comunidad global, aunque ha comenzado a reaccionar, aún no ha visibilizado suficientemente esta dimensión del conflicto.


[1] Instituto Ucraniano para la Libertad Religiosa. (2024). The impact of the Russian invasion on faith-based communities in Ukraine. Recuperado de: https://irf.in.ua/files/publications/2024.03-IRF-Ukraine-report-ENG-web.pdf

[2] Zenit Staff. (28 de julio de 2025). Russia Tortures and Murders Christians in Ukraine: What Many Silence and Some Applaud. Zenit [sitio web]. Recuperado de: https://zenit.org/2025/07/28/russia-tortures-and-murders-christians-in-ukraine-what-many-silence-and-some-applaud

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